¡Acción!
Y empieza la película. No te sabes el guión, ni si hay efectos especiales y si te quedas en blanco no habrá apuntador. Luces, focos y pupilas reducidas a nada. Megáfonos que gritan y dan órdenes. Confusión, vueltas, y personas que pasan sin pena ni gloria. Diseñadores que te envuelven con hipocresía que no has pedido y maquillaje que querrá tapar tus derrotas.
No hay tomas falsas, ni segundas oportunidades, aquí el tiempo pasa más rápido que en tu realidad. Las horas son minutos, los días son minutos y los años, también, minutos serán.
Aún no hay banda sonora definida, porque cambiará en cada escena, en cada lágrima o en cada sonrisa.
¿Estás preparado?
No es una película lo que vas a interpretar;
es la vida, y éso, lo tienes que improvisar.