Hace unas semanas me descubrí entre palabras. No
metafóricamente; me encontré en un libro. Leí mi historia, mis defectos, mis
miedos, mis recuerdos y mis secretos mejor guardados.
Un libro cuyo título era La tierra del olvido y su autor
anónimo. Un anónimo que sabía demasiado bien sobre mi vida.
Por supuesto, la protagonista no
tenía mi nombre, ni las situaciones eran exactas a mi historia. Pero las
coincidencias eran más que evidentes.
"Aquella mañana de noviembre, con la segunda luna
cubriendo parte del sol, me encaminé hacia lo prohibido; hacia el palacio de
Nedai, la princesa de las elfas. Indiscutible era su belleza, pero mayor aún era su maldad. Hacía unos días, jugando con magia negra, había maldecido a mi
madre."
Nedai, la supuesta princesa de
las elfas, era en realidad Amaya; una niña insoportable de mi niñez que había
boicoteado los pasteles que mi madre hacía para ganarse la vida.
La tierra del olvido no sólo contaba muchos
episodios de mi vida, sino también los mayores de mis secretos. Me
tranquilizaba que no sólo había que saber leer entre líneas para poder dar con
ellos, sino ser conscientes de que aquello no era un libro de fantasía, sino un
rompecabezas hecho de metáforas.
La historia acababa hacía tres años,
cuando me gradué en la universidad (en el libro finalizaba cuando la protagonista
cruzaba por fin el bosque maldito, que durante sus aventuras resulto ser más
emocionante y menos perverso de lo que las criaturas contaban). Sin embargo, la
sinopsis aseguraba que La
tierra del olvido era una
triología.
He estado semanas pensando
únicamente en este tema, la obsesión empezaba a ser enfermiza pero la intriga
sólo aumentaba con el paso de los días.
Averigüé que la segunda y tercera parte aún no habían sido
publicadas, pero que el autor estaba trabajando en ello.
Después de indagar en bibliotecas, librerías, editoriales,
archivos y cualquier rincón de internet, decidí leérmelo por segunda vez,
esperando encontrar algo más entre líneas.
Esta vez me volví a descubrir
entre palabras, pero de otra forma.
La primera vez había pasado por
alto la dedicatoria (ya sabéis, la que siempre viene en la primera página, en
cursiva, y muy poca gente lee).
Querida Inés - fijé aún más mi atención al leer
mi nombre - hemos vivido más aventuras de las que un libro pueda contar.
Has sido mi más fiel compañera en la fantasía; junto a batallas contra
dragones, engreídas elfas y torreones impenetrables. Pero aún más lo has sido
en este mundo real, en el que desde hace unos años sólo nos tenemos la una a la
otra.
Escribir La tierra del olvido con nombres y situaciones de este maldito mundo que nos ha quitado los recuerdos sería como dejarle ganar. Ya sabes, a él. Nos hemos enfrentado a los peores villanos y a las situaciones más duras, pero nunca a un final constante. Pero no nos queda otra. Así que esta es mi forma de luchar contra él; contra el Alzheimer, y poder seguir a tu lado. Que sigamos las dos siendo una; un pasado y un presente, para construirle a nuestro futuro una vida que no sea desconocida.
Escribir La tierra del olvido con nombres y situaciones de este maldito mundo que nos ha quitado los recuerdos sería como dejarle ganar. Ya sabes, a él. Nos hemos enfrentado a los peores villanos y a las situaciones más duras, pero nunca a un final constante. Pero no nos queda otra. Así que esta es mi forma de luchar contra él; contra el Alzheimer, y poder seguir a tu lado. Que sigamos las dos siendo una; un pasado y un presente, para construirle a nuestro futuro una vida que no sea desconocida.
Con lágrimas en los ojos y el
corazón olvidándose de latir, empecé a recordarlo todo; las pruebas
médicas, las lágrimas, la confusión, el miedo y la impotencia. ¿Cuántas veces
habría leído La tierra del olvido? Quizás fuese la primera vez, o quizás
la novena. No lo sabía. Aquellas sensaciones volvieron a apoderarse de mí por un instante.
Pero aquella Inés que se disfrazó de anónima para
escribirme tenía razón. Él no iba a ganar. Abrí el
ordenador y busqué un archivo muy concreto que ahora sabía que existía.
No iba a permitirme olvidar.
M-A-R-A-V-I-L-L-A
ResponderEliminarLo mejor que has escrito hasta ahora; te has hecho mayor pequeña H.
ResponderEliminarDuele y reconforta. Como la vida misma. Como Radiohead. Como la idea de suicidio. Como una enfermedad venérea. Como tu.
no te preocupes, que cuando te haces mayor casi todo se vuelve muy simple.
ResponderEliminarSeguimos aquí, en la espera.
o preocúpate. O yo que sé.
ResponderEliminarSeguro que si Inés sigue así, algún día conseguirá escribir como tu, enhorabuena
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