miércoles, 3 de diciembre de 2014

Efecto Romeo y Julieta.




En aquel pueblo todos se conocían, y sino lo hacían, se sabían más que de vista.
Desde pequeños, Luna y Marcos habían sido más íntimos (en un secreto a voces de sus miradas y risas cómplices) que el resto de su grupo de amigos. Con el tiempo, la relación se fue afinando, y sabiéndose que sus familias no se llevaban demasiado bien, produjo que los rumores fueran mucho más jugosos que los de cualquier otra pareja de críos del pueblo, apodándoles, así, Romeo y Julieta. La prohibición y el escándalo de aquella relación clandestina hizo las historias volar a una velocidad de vértigo.

A menudo, Marcos leía sus historias y poemas, y Luna interpretaba a sus personajes, repitiendo cada frase y haciéndolos suyos.

Marzo le trajo a Luna trece años y Marcos le hizo el regalo que desencadenaría una historia de confusión. Con aquella primavera vino una de las lunas llenas más brillantes desde hacía muchos años. Esa noche, cuando Luna pidió permiso para salir con Marcos, sus padres no se lo permitieron. Y como siempre que ocurría esto, Luna se escapó. Con alma y agilidad de gata, descendió desde su balcón hasta el suelo a la distancia de un primero. Algunos vecinos que la vieron esa noche, la creyeron fugarse.
A partir de ahí todo rodó…cuesta abajo. Al día siguiente sólo se hablaba de los dos trágicos amantes; de sus planes de fugarse juntos, del intento de suicidio del pobre chiquillo de catorce años, de la desaparición de los dos…
Entre colas de frutería y charletas en el parque, consiguieron reconstruir una historia de verdades a medias, exageraciones y valientes invenciones.

Se escapó de casa por el balcón y salió corriendo hasta el edificio abandonado con lo puesto, ¡ni siquiera llevaba zapatos! Cuando llegó, el chiquillo estaba asomado a la azotea amenazando con suicidarse. ¡Él pensaría que ella le había abandonado! Y empezó a andar por la cornisa, como dudando, pero cada vez se tambaleaba más. Entonces la chica le empezó a gritar que había llegado y que no lo hiciese mientras lloraba desconsolada. “¡ESTOY AQUÍ!”, decía la pobrecita todo el tiempo. Fue en ese momento, en el que se iba a tirar al vacío, cuando la vio. ¡Menos mal! Después de eso se abrazaron y algunos me han asegurado que hasta se besaron apasionadamente. ¡De película! ¿verdad? Y desde anoche no se les ha vuelto a ver a ninguno de los dos. Se han fugado juntos. Romeo y Julieta con final feliz.

Esa era la versión oficial que se escuchaba en cada rincón del pueblo.
Fugas y suicidios; una verdadera tragedia romántica, ¿verdad? Pero las apariencias engañan y la verdad no podía ser más inocente de lo que lo eran ellos.
No se supo, oficialmente, nada de ninguno de los dos hasta la noche siguiente. Y no fue hasta pasados los meses que los vecinos empezaron a desengañarse de aquella fábula que habían creado ellos mismos.
Lo que realmenete ocurrió aquella noche, es que Luna se escapó de casa y se dirigió al edificio abandonado que tantas veces había transitado y dónde habría de encontrarse con Marcos, para por fin abrir el regalo de su cumpleaños. Cuando la chica llegó y le vio en la cornisa, le gritó que ya estaba allí. Marcos tuvo que inclinarse y forzar la vista para poder distinguir a Luna. Cuando por fin subió, los dos se sentaron en lo más alto del edificio y Luna pudo abrir su regalo. Un sobre morado que rezaba “Mírate arriba. El mismo nombre. La misma luz.Su regalo era el mejor poema que jamás escribiría Marcos a lo largo de su niñez, adolescencia, juventud y vejez. Cuando Luna le preguntó por el titulo del que sería el mejor regalo de su vida, Marcos, simplemente, contestó “mi mejor amiga”.


Las apariencias engañan, los rumores corren más rápido que el tiempo y la verdad, y el amor no sólo es romántico.



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