lunes, 5 de diciembre de 2011

Otoño, quizás.

Caen las hojas como las lágrimas, cambian sus colores como lo hace mi vida y el viento corre tan deprisa como el tiempo.
¿Qué esperas? Una brisa que me acaricie la cara, un soplo de aire que me dé la vida.
Espero el verano para que traiga la siguiente estación, espero tu mirada en cada esquina y, sobre todo, te espero a ti. 
Quiero sentirme como las hojas volando y no como el crujir de éstas cuando son pisadas, y mi vida de colores como un bosque en noviembre. Quiero frío para que congele los buenos momentos y fugaces miradas como el deshojo otoñal.
Sólo una sonrisa me bastaría para detener el mundo y sólo una mirada tuya para que el mío parase.
Y como un árbol yo hace tiempo eché raíces, deshaciéndome cada otoño de hojas que no me sirven, que no me llenan, para dejar que algo nuevo pueda crecer dentro de mí. Contemplo el mundo crecer a mi alrededor y el mundo puede contemplarme a mí.
Pero a diferencia de los árboles, yo puedo moverme, yo puedo volar.