miércoles, 18 de abril de 2012

No ver.

Nunca podrás ver el mundo como yo lo veo. Y no, no me refiero a un gran vacío negro. Tú crees que tan sólo diviso oscuridad, y no es así. Yo veo tus palabras volar en el aire, siento tu sonrisa y puedo imaginarla cuando tus dientes chocan o cuando te humedeces los labios. Puedo sentir cuando tus mejillas se enrojecen y escucho cuando una lágrima emana de tus ojos y, más aún, puedo saber si es de felicidad o de tristeza por la rapidez y el sonido que genera cuando recorre tu cara. Escucho el viento y escucho los colores. Yo no puedo ver un amanecer o las olas romper en el mar, pero, aunque no lo creas, yo veo la libertad, el amor y la tristeza.
Cuando tú rozas la piel de alguien simplemente la sientes, yo, a partir sólo de ese roce creo una persona, creo sus manos, el tacto de su piel, el color de sus ojos, si sus pestañas son largas o sus labios son finos, yo imagino a las personas, las invento. Lo hago desde sus defectos y virtudes, a partir de un ligero roce, de sus palabras, sonrisas y de sus ideas. Y eso, es más grande de lo que jamás podrás ver.


Y piensa que quizás seas tú quien está ciega, 
no yo que sin poder ver consigo crear
y tú,  pudiendo hacerlo prefieres ignorar y juzgar.