lunes, 6 de febrero de 2012

45kg.


Allí está, desnuda, abrazando sus rodillas deseando así no ver su delgado cuerpo, sintiendo sus costillas chocar con sus débiles piernas. Sus lágrimas bañan su torso e intenta sonreír, pero no le quedan fuerzas ni ánimos para hacerlo.
Es una cría perdida en el abismo de su obsesionada y equívoca perfección. Se alimenta de aire e ideas castastróficas que nublan un camino que ni siquiera aún ha encontrado.
Un susurro podría atravesar a aquella chica, casi tan incorpórea como su felicidad.
Apenas es ya capaz de sostener su propio cuerpo, ¿cómo podrá con la vida que es mucho más pesada que sus 45 kg?
Quisiera abrazarla para que dejase de llorar, para que dejase de sufrir, de atormentarse y de ser infeliz. Pero no puedo. Los reflejos no se pueden abrazar.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Ella.



Por la mañana sale el Sol, y cuando éste termina su jornada, es ella quien le releva. Dicen que es la hija de la noche, pero no es cierto; ella es la noche. Camina con sus tacones de diez centímetros de pecado y viste un vestido tan provocador como su sonrisa y tan oscuro como su futuro. Colecciona miradas de desconocidos, suspiros y sonrisas. Nunca creyó ni quiso el mañana. Su orgullo le pesa más que la gravedad y la humildad es algo que no llegó a conocer. Hablan de ella como un ángel que deslumbra por las calles de Madrid, pero sólo pasea en busca de pobres diablos que la lleven a un infierno en el que pueda respirar. Y cada noche, se fuma su futuro, porque nunca creyó que lo llegase a tener. Busca en el fondo de los vasos una solución a problemas que no tiene, y cuando lo que encuentra es el amor, huye. Cambió la felicidad por alcohol, y éso es lo único que busca hasta el amanecer.  La cama es su campo de batalla, la sábanas sus trincheras y las mañanas sus derrotas. 


Y a cada día, sus pasos suenan pero su vida se silencia.