miércoles, 21 de noviembre de 2012

Mensaje en una botella



Querido desconocido, me dirijo a usted con una única finalidad; que me encuentre. Antes de continuar, he de decir que siento si le he interrumpido en una de sus banales actividades cotidianas como tomar café, leer el periódico, follar con su mujer, fumar un cigarro o redactar un informe para su aburrido trabajo. 
El problema es el siguiente; estoy perdida. Aunque en realidad, tampoco es del todo cierto, pues sé perfectamente dónde me encuentro, pero no sé cómo salir. Creo que llegué aquí con una mirada, o quizás fue en una de sus pícaras sonrisas. No, no, debió ser en aquella caricia aquel día en el cine. No lo recuerdo, aunque no creo que sea esencial en la investigación para mi busca.
No sé cómo salir, así que le pido, que desde su sofá de cuero marrón, deje un momento su copa de brandy en la mesa junto con esas revistas que tanto adora su mujer y piense de lo que le estoy hablando.
Aquí se acaba el aire, o quizás sea el amor de uno de los dos, no lo sé. Algo está pasando que me mata, y necesito salir de aquí. ¿Nunca se ha aferrado a las rejas de una cárcel disfrazada de labios rojos como el pecado que cometería a cada hora con la propietaria de los mismos?
¿Nunca ha estado usted encarcelado? ¿O ha sido la cárcel?
Él me dijo una vez que me bañase en sus ojos, que se jodiese el mar. Me tiré de cabeza, y con sus palabras aún retumbando en mis oídos, confundida, me olvidé de nadar. Y, ahora, me ahogo en él.
No hay aire, las olas me azotan el alma, y su mirada me apuñala poco a poco el corazón. 
Intenté dejar de quererle para encontrar la salida, pero fue en vano. 
Así que aquí seguiré, en su mirada, perdida, ahogándome, hasta que alguien me encuentre y tire de mi brazo, hasta que aprenda a querer a otra persona, a olvidar sus ojos y vivir sin sus sonrisas.


lunes, 29 de octubre de 2012

Las seis.




Las cinco y media. Calles. Prisas. Respira y camina deprisa, cada vez más deprisa y cada vez más difícil respirar con normalidad. Un chico, distraído mirando su móvil choca con ella. Disculpas fugaces y siguen su camino. Una madre que acuna a su hija. Un hombre con el cartel de "vendo oro". Besos en las esquinas de parejas enamoradas. Olor a café. Estatuas humanas que cobran vida por un par de monedas. Las seis menos veinte. Llega tarde. Gente, gente y más gente. Por todas partes. Mickey Mouse de metro cincuenta, dando globos con forma de perro a los niños que se atreven a acercarse. Perrosflautas haciendo malabares. "¿Desea hacerse socia de Greenpeace? Verá es sólo un momento..." Seis menos cuarto. "Llego tarde, lo siento." Pero el joven que la ha parado no termina de escucharla; ella sale corriendo. Folletos de discotecas, programas de ordenadores, restaurantes y ropa terriblemente fea en modelos que buscan ser perfectas. Un violinista. Música. Lo que le hace pensar que las prisas en Madrid siempre han tenido banda sonora. Coches, motores, humo, luces y semáforos. Seis menos cinco. Una avalancha de personas saliendo del metro que incita a pensar que huyen de un ejercito zombie. Muestras de helado. Un hombre que tose. Sonrisas y miradas fugaces con desconocidos que no volverá a ver, y si lo hace, no lo recordará. Vagabundos que piden dinero y regalan sonrisas. Las llaves, el mechero, los cascos...¿Y el móvil? Registra sus bolsillos hasta las costuras, pensando que lo ha perdido en el camino. Suena. En el bolsillo de la chaqueta. Las seis.  

 Acabo de llegar, ¿dónde estás?-gira sobre sí misma buscando entre la multitud.

Niños riendo. Dos amigos discutiendo. Un grupo de amigas cotilleando. Una mujer hablando por teléfono. Un hombre leyendo el periódico. Unos extranjeros fotografiándose con vete tú a saber qué.

- Te queda genial el rojo-suena al otro lado del teléfono.

- ¿Dónde estás?-vuelve a mirar a su alrededor.

- No frunzas el ceño, anda, que te pones muy fea.

Inútil, lo frunce aún más.

- Déjate ver, cobarde.

- Así, sonríe.- pero esta vez la voz no llega a través del teléfono. Se la trae el viento, casi en un susurro.

Ella se gira, y, por un momento parece que el paso de la gente a su alrededor se ralentiza, que el viento se para, y, cuando él clava su mirada en la suya, su corazón se olvida de latir. Y ahí está, de nuevo, esa puta sensación.


domingo, 7 de octubre de 2012

Caída.



¡Pum!
Caída al vacío; a un vacío al que llaman vida. El golpe ha sido demencial; dos costillas rotas, el hombro dislocado y el corazón destrozado. Tarde o temprano tenía que volver a la realidad, pero él esperaba que en la caída le acompañase un paracaídas, unas alas, o aterrizase en avión. Pero no ha sido así, y las consecuencias no las tarda en notar.
¿Dónde están esas sonrisas que a todas horas veía? ¿Y los abrazos? ¿Las risas y los buenos momentos? ¿Quién se los ha llevado? ¿Dónde está el mundo que había construido?
No conoce el lugar en el que está, y es el lugar en el que ha estado toda su vida. Pero ya no es igual. Nada es igual. Se siente terriblemente solo cuando está rodeado de gente, no sabe dónde mirar porque todo lo que antes le parecía cotidiano se le antoja desconocido. Sus pies no saben dónde llevarle, pero tampoco se atreven a parar, porque quizás si lo hacen, él, abatido, decida sentarse, y sus piernas y su ánimo no estarán por la labor de volver a levantarse.
Mira al cielo, buscando el lugar desde dónde cayó, una y otra vez, pensando que quizás ahí está la solución de la guerra de sentimientos que se está dando en su interior.
Disparos, estocadas, puñaladas. Toda una guerra se desata dentro de él. Pero de las heridas no sale sangre, no; sólo lágrimas. Lágrimas que podrían ser fuego. Lágrimas que podrían ser veneno. Lágrimas que, al fin y al cabo, sólo son lo que son; impotencia, dolor, desesperación.

lunes, 1 de octubre de 2012

Evolución.


Mariposas. Sonrisas estúpidas. Miradas cómplices. Rubor. Le rozo. Calor. Mucho calor. Mi voz se corta. Gallos. ¡Tierra, tragame! ¿Cuándo voy a dejar de decir estupideces? Qué bien suena mi nombre cuando lo dice él. Más mariposas. Su mano en mi mano. El jodido cielo. Sus ojos; sus increíbles ojos. Y esa sonrisa...¡ay! ¿Dónde está el aire? ¿Cómo voy a acordarme de respirar si estás tan cerca de mí? Superávit de mariposas en mi estomago. De hecho creo que hay una batalla campal ahí dentro. ¡Y todo por tu culpa! ¿Qué soy qué? ¿Increíble? Ahora es cuando me desmayo, ¿no? A la mierda la vergüenza, voy a canjear el desmayo por tirarme a su boca. Besos. Muchos besos. Nuestras lenguas entrelazadas y las mariposas revolucionadas. Paseos de la mano. Pelis en su casa acurrucados. Café por las mañanas y cerveza por las noches. Besos a escondidas, y a plena luz del día. Felicidad. Noches que rozan la perfección, caricias que se podrían comparar con el jodido cielo. Su piel. Su piel contra mi piel.
Más besos. Más cafés y más cervezas. Bailes los sábados por la noche. Interminables paseos. Rutina. Aburrimiento. Ni si quiera me apetece verle. No, hoy no. Creo que alguien ha echado veneno a esas mariposas que había en mi estómago, porque a duras penas siento una. Excusas, excusas para todo. ¿Más besos? ¿Miraditas? ¡No todo lo vas a solucionar con éso! Gritos, discusiones, acusaciones. Mirarle y preguntarte en qué puto momento se jodió todo; en qué momento su mirada dejo de producirme una sonrisa, en qué momento ese sentimiento empezó a apagarse; qué cojones ocurrió. Le doy vueltas. ¿Quizás aquella noche en Plaza de España? ¿O fue en el viaje a Toledo con sus amigos? Nada. Ni idea. Pero...¿y qué importa en qué momento? Lo que importa es que ya no está ahí. Ni la admiración, ni el amor, ni las ganas de verle a cada minuto. Besarle. Por última vez. Se acabó. Se acabó todo. Y...¿ahora? Ahora culpabilidad. Vacío. Lágrimas. Sólo el final, un final más, como cualquier otro, como ninguno más.


jueves, 9 de agosto de 2012

Espejito, espejito...

El espejo ante el que se encuentra le devuelve la imagen de una extraña, de una desconocida. ¿Quién es ella? ¿Por qué llora? Siente la necesidad de abrazarla, de consolarla, pero también de ignorarla, porque ella cree saber que se lo merece; se merece la soledad y las lágrimas que derrama, se merece la incomprensión y ninguna oportunidad. Con las medias rasgadas y el rímel corrido sigue observando aquel reflejo que tan poco afirma conocer. Ya no ve a una chica solitaria inundada por lágrimas y soledad, sino el rostro de la duda y del miedo que se manifiesta en el maquillaje que ha escondido su verdad, en los tacones que le prometieron sentirse en lo más alto, y con los que ahora tiene vértigo, en las medias que como la seguridad en ella, terminaron por rasgarse, en su blusa y esa falda que tantas miradas despertaban y tantas palabras callaban y en su esmalte de uñas que brillaba con un rojo más intenso que el de la rabia que sentía al ver aquel reflejo. La mirada de la chica del espejo se clavaba en ella como la más fría y punzante de las puñaladas, angustiándola, matándola poco a poco. Una mirada llena de reproche y castigo. 
Sus manos recorrían su pelo con nerviosismo acariciando los pensamientos que habían empezado a desbordarse. Entonces gritó. Gritó con todas sus fuerzas; un grito lleno de rabia, de desesperación, de miedo. Aferró el primer objeto que se cruzó en su camino y lo arrojó contra aquella mirada que le atravesaba el alma, contra aquel reflejo que se negaba a reconocer, contra una realidad que había llegado a odiar con todo su ser. Pero ahora ésta se encontraba repartida en fragmentos por toda la habitación, reflejando todo, reflejando nada.
Ahora que aquel reflejo no estaba, la chica se sentía sola, abandonada, angustiada. ¿Cómo le diría ahora todo lo que sentía? ¿Cómo le pediría perdón? ¿Cómo se perdonaría? ¿Cómo recordaría cómo era su sonrisa si su reflejo no se lo podía mostrar? ¿Cómo iba a seguir adelante si ni aún destruyendo sus miedos podía dejar de pensarlos?


miércoles, 8 de agosto de 2012

Recuerda y olvida.



Recuerda tener los pies en el suelo y la cabeza en las nubes. Recuerda no marcar tus pisadas para no tentarte a retroceder. Recuerda que el camino nunca es obligatorio; hay bosques, ríos, callejuelas y muros que puedes atravesar. Y que no necesitas tacones para hacer oír tus pasos, ni pintarte los labios para dejar marca cuando vayas a comerte el mundo. Que ni el pecado ni la tentación tienen porque ser algo malo. Recuerda aquella canción que te dibuja una sonrisa al rememorar ese momento que te hizo llorar de felicidad. Recuerda soñar cada día y recuerda, también, que no hace falta estar dormida para soñar y que es totalmente necesario no estarlo para hacerlos realidad. Olvida la palabra imposible. Olvida los malos momentos porque tienes que hacer espacio para todos los buenos 
que están por llegar. Olvida todo y apréndelo de nuevo.
Descubre.
Vive.
Crece.
Sé feliz.


lunes, 25 de junio de 2012

Sufre Julieta en su balcón.


Paseaba sus dedos por las rejas del balcón, apoyando de vez en cuando la cara entre ellos y permitiendo así, que se marcase ligeramente dos líneas en sus pómulos. Sus pies, al aire, advertían el vértigo que ofrecía una calle de tristeza e inseguridad. Aunque el aire corría y la luz de las olvidadas farolas inundaba la pequeña terraza, ella se sentía presa. La vida la había encerrado, los sentimientos habían tirado la llave y la razón había apagado la luz. No sabía cómo salir, ni si podía ni si quería. El miedo ahogó sus gritos de desesperación y sintió que su cuerpo se reducía a suspiros de derrota. Quería ser feliz, pero había perdido demasiada práctica.


Allí estaba, con las piernas suspendidas en el aire, en un balcón que pedía a gritos un Romeo que rescatase a aquella Julieta perdida en un mundo que le quedaba demasiado grande.



miércoles, 18 de abril de 2012

No ver.

Nunca podrás ver el mundo como yo lo veo. Y no, no me refiero a un gran vacío negro. Tú crees que tan sólo diviso oscuridad, y no es así. Yo veo tus palabras volar en el aire, siento tu sonrisa y puedo imaginarla cuando tus dientes chocan o cuando te humedeces los labios. Puedo sentir cuando tus mejillas se enrojecen y escucho cuando una lágrima emana de tus ojos y, más aún, puedo saber si es de felicidad o de tristeza por la rapidez y el sonido que genera cuando recorre tu cara. Escucho el viento y escucho los colores. Yo no puedo ver un amanecer o las olas romper en el mar, pero, aunque no lo creas, yo veo la libertad, el amor y la tristeza.
Cuando tú rozas la piel de alguien simplemente la sientes, yo, a partir sólo de ese roce creo una persona, creo sus manos, el tacto de su piel, el color de sus ojos, si sus pestañas son largas o sus labios son finos, yo imagino a las personas, las invento. Lo hago desde sus defectos y virtudes, a partir de un ligero roce, de sus palabras, sonrisas y de sus ideas. Y eso, es más grande de lo que jamás podrás ver.


Y piensa que quizás seas tú quien está ciega, 
no yo que sin poder ver consigo crear
y tú,  pudiendo hacerlo prefieres ignorar y juzgar.


sábado, 10 de marzo de 2012

Metamorfosis

Cuatro paredes pintadas de desesperación rodeaban a la joven. Estaba sentada en una cama de muelles que chirriaban al son de su corazón.
Apenas entraba luz por la ventana, prácticamente cubierta por unas cortinas raídas por el tiempo y, quizás, por las ratas. Las sábanas que cubrían la cama dejaban escapar una nube de polvo cada vez que ella hacía el más mínimo movimiento. 
Y, como su vida, la habitación estaba en penumbra.
Dejó escapar un suspiro que trataba de retener el llanto que necesitaba aflorar. Y pensó en cómo había llegado hasta ese punto, por qué le había ocurrido a ella, qué haría y si sería capaz de moverse de esa cama algún día. 
Perdió las sonrisas en un callejón hacía alrededor de medio año, el brillo de los ojos en la mirada de desprecio de un desconocido cuatro meses atrás y la esperanza hacía tan sólo unas horas.
Y entonces, negando con la cabeza, una tímida sonrisa se dibujo en sus cortados labios.
Había luchado demasiado como para rendirse ahora, venciendo en batallas que nadie quisiera librar, y, que para bien o para mal, las había superado. Sus pies desnudos y ensangrentados habían corrido hacía unas horas sobre duras piedras. Las mismas con las que tropezó una y otra vez a lo largo de los años y por las que, una y otra vez se levantó, las mismas que la arrojaban desde hacía tiempo juzgándola y sentenciándola.
Pero no tiraría la toalla.
Se levantó, dejando que los muelles de la cama chirriasen y que el polvo se filtrase por su nariz haciéndola estornudar. Abrió la ventana e inspiró hondo. Las paredes ya no eran tan oscuras, ni las cortinas estaban en tal mal estado, incluso la cama parecía confortable y ella... Ella se había convertido en la chica más bonita del mundo.



De puta, como la habían hecho sentir,
a princesa, como se quería e iba a sentir.

lunes, 5 de marzo de 2012

Harley Quinn


Sostiene un mazo lleno de locura y viste un arlequín robado de tanto valor como los sueños que olvidó.
Unos dicen que vive de amor y otros aseguran que lo  hacen de locura. Y aunque muchos no lo sepan, ambos llevan razón, porque del amor vive y por la locura sobrevive.
Dibuja sonrisas con la misma facilidad con las que las arrebata y colecciona las miradas y los desprecios de su mayor amor, Joker.
Le busca en cada cueva donde un murciélago se atreva a asomar, entre las paredes del psiquiátrico donde le conoció cuando ella no vestía su locura, en las noches disfrazadas de atentados y en las sonrisas que sólo esconden amargura.
Oculta su perdida cordura tras un antifaz que también tapa una mirada que muchos sueñan con adivinar pero muy pocos se atreverían a ver.
Ama a Joker por encima de todo, y es la única que puede hacerlo, porque es la única que realmente le conoce.

lunes, 6 de febrero de 2012

45kg.


Allí está, desnuda, abrazando sus rodillas deseando así no ver su delgado cuerpo, sintiendo sus costillas chocar con sus débiles piernas. Sus lágrimas bañan su torso e intenta sonreír, pero no le quedan fuerzas ni ánimos para hacerlo.
Es una cría perdida en el abismo de su obsesionada y equívoca perfección. Se alimenta de aire e ideas castastróficas que nublan un camino que ni siquiera aún ha encontrado.
Un susurro podría atravesar a aquella chica, casi tan incorpórea como su felicidad.
Apenas es ya capaz de sostener su propio cuerpo, ¿cómo podrá con la vida que es mucho más pesada que sus 45 kg?
Quisiera abrazarla para que dejase de llorar, para que dejase de sufrir, de atormentarse y de ser infeliz. Pero no puedo. Los reflejos no se pueden abrazar.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Ella.



Por la mañana sale el Sol, y cuando éste termina su jornada, es ella quien le releva. Dicen que es la hija de la noche, pero no es cierto; ella es la noche. Camina con sus tacones de diez centímetros de pecado y viste un vestido tan provocador como su sonrisa y tan oscuro como su futuro. Colecciona miradas de desconocidos, suspiros y sonrisas. Nunca creyó ni quiso el mañana. Su orgullo le pesa más que la gravedad y la humildad es algo que no llegó a conocer. Hablan de ella como un ángel que deslumbra por las calles de Madrid, pero sólo pasea en busca de pobres diablos que la lleven a un infierno en el que pueda respirar. Y cada noche, se fuma su futuro, porque nunca creyó que lo llegase a tener. Busca en el fondo de los vasos una solución a problemas que no tiene, y cuando lo que encuentra es el amor, huye. Cambió la felicidad por alcohol, y éso es lo único que busca hasta el amanecer.  La cama es su campo de batalla, la sábanas sus trincheras y las mañanas sus derrotas. 


Y a cada día, sus pasos suenan pero su vida se silencia. 


sábado, 28 de enero de 2012

¿Preparados? ¿Listos?


¡Acción!


Y empieza la película. No te sabes el guión, ni si hay efectos especiales y si te quedas en blanco no habrá apuntador. Luces, focos y pupilas reducidas a nada. Megáfonos que gritan y dan órdenes. Confusión, vueltas, y personas que pasan sin pena ni gloria. Diseñadores que te envuelven con hipocresía que no has pedido y maquillaje que querrá tapar tus derrotas.
No hay tomas falsas, ni segundas oportunidades, aquí el tiempo pasa más rápido que en tu realidad. Las horas son minutos, los días son minutos y los años, también, minutos serán.
Aún no hay banda sonora definida, porque cambiará en cada escena, en cada lágrima o en cada sonrisa.
¿Estás preparado?


No es una película lo que vas a interpretar;
es la vida, y éso, lo tienes que improvisar.


miércoles, 18 de enero de 2012

Que en el amor no todo son besos


A veces llora el cielo de felicidad por sentirte bajo sus pies, y sin embargo, es él el que está bajo los tuyos.
Ríe la luna por tu sonrisa y envidia el Sol lo que iluminas. 
Eres revolución, risas, llantos y vida. 
Despiertas sueños tan profundos como tu alma, miradas de admiración y sonrisas llenas de amor.
Haces sentir grande a tu lado aunque nadie estará nunca a tu altura.
Siento un cosquilleo cuando te recorro y una sonrisa involuntaria se dibuja en mis labios.
Y me da miedo parpadear por si cambias en un instante, por si te pierdo, por si me olvidas.

Me preguntan si estoy enamora.
¿La respuesta?
Enamorada hasta la médula, de ti, Madrid.